Existen y existieron también personajes políticos de otros países latinoamericanos, que sinceramente es un placer escucharles, más allá de su estilo, ideología política, filosófica o doctrinal. Lo que envuelve es la manera de captar la atención. Sus discursos están vigentes. Personajes como: Jorge Eliezer Gaitán (Colombia), Alan García (Perú), Fidel Castro (Cuba), Ernesto “Che” Guevara (Argentina), Hugo Chávez (Venezuela), Mario Vargas Llosa (Perú), Luis Donaldo Colosio (México), Luis Carlos Galán (Colombia), Raúl Ricardo Alfonsín (Argentina), entre otros.
A mi edad, (ya pasaditas las tres décadas) he visto y presenciado algunos “tamagases” más que discursos en el país, prácticamente desde el año 1997 hasta la fecha (tiempo en que adquirimos un poco de conciencia en estos temas).
Nuestros políticos básicamente “las dos últimas generaciones” como “oradores”, han dejado mucho desear, digo esto, porque los que saben de historia política, siempre rememoran los pasillos del ayer, haciendo alusión a los personajes antes mencionados.
En su auge como oradores constantes, figuras como: Rafael Pineda (QDDG) y Oswaldo Ramos, no eran excelsos, pero para decir algo, Pineda tenía dominio escénico y voz recia envolvente, y en el caso de Ramos su discurso era florido.
Presidentes como: Roberto Suazo Córdova y José Azcona, la verdad no se dice casi nada de ellos como oradores, más que eran de contenido lineal, sencillo y llano, con esquemas folklóricos en el caso de Suazo. Pero, lo triste es, que ni esperanzas existen de ver o escuchar sus actuaciones de aquellas épocas en videos o audios.
1. Rafael Leonardo Callejas (Nacionalista 1990-1994)
Por suerte he visto recién unos videos de sus mejores años como político, en su campaña de (1989) El poseía un discurso enérgico, fluido de palabra, de voz alzada que por la emoción vibrante la perdía por momentos. Discurso desarrollado casi siempre en la emotividad y coherente en la estructura de su contenido. Contenido que era de crítica permanente a sus oponentes de aquel entonces.
2. Carlos Roberto Reina (Liberal 1994-1998)
Sinceramente no recuerdo alguno de sus discursos, y no hay material vigente o al menos accesible para verle u escucharlo. Pero volviendo al “me cuentan” dicen que su fuerte estaba en la retórica y en la improvisación con buen suceso y de contenido superfluo. Lo que si recuerdo, es que poseía una voz bastante modulada.
3. Carlos Roberto Flores (Liberal 1998-2002)
Él es un político con gesticulaciones pronunciadas, (se expresa con las manos) marcando muy bien sus pausas. Es levemente emotivo pero casi siempre intenso, ilusionista en gran medida su contenido. Poseedor de una voz melódica, y por momentos su estilo descansa en lo poético.
Los más recientes
Desde mi óptica ha sido el grupo de políticos menos dotados con este recurso.
1. Ricardo Maduro (Nacionalista 2002-2006)
Un líder con un discurso común, se comunicaba con su masa partidaria casi como cualquier plática de amigos. Prácticamente enmarcado en tecnicismos financieros, muy sencillo y sin contenido oral atrayente.
2. José Manuel Zelaya (Libertad y Refundación 2006-2010)
Es un político de voz recia y amplia, mesurado en ciertos momentos. Su discurso duerme en el populismo envuelto con frases dominantes, carece siempre de guión alguno. Además, entra en la distracción y al mismo tiempo navega en “la jocosidad”. “Mel” es un experto en el entretenimiento masivo, apoyándose en herramientas estrictamente folclóricas.
3. José Porfirio Lobo (Nacionalista 2010-2014)
“PP”, de voz templada y contenido plano. Sus discursos políticos se hacían sentir con fuerza, pero sinceramente expresaba poco o nada. Además no contaba con solvencia lírica para llamar la atención. De estilo campechano, jocoso y de corte populista.
4. Juan Orlando Hernández. (Nacionalista 2014- 2018)
El actual presidente es un político de voz fuerte de aceptada tonalidad, siempre y cuando navegue en tonos no exacerbados, porque en espacios intermitentes tiende a perder el control por su excesiva emotividad. Su discurso descansa en las comparaciones, de argumento confrontativo y extenso, de contenido llano y muy repetitivo.
En conclusión la proyección de la oratoria hondureña se vislumbra poco optimista, ya que a nuestros políticos se le olvida, que la oratoria es parte esencial de una figura pública, más cuando se pretende alcanzar cimeras posiciones en la estructura pública del país.
Para casi todos, el creer hacerlo bien, ya es suficiente. Por: Pedro Salinas Navarro
Fuente http://nacerenhonduras.com
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